Siete.

 He vuelto al puteo. Aún no me encuentro con nadie pero si he hecho servicios desde lavirtualidad. Hace mucho (o poco), estuve un tanto traumada, un poco arto que dejé de encontrarme con hombres que deseaban mi cuerpo a cambio de su dinero. Ahora que estoy en una ciudad, donde, aunque pases por la misma calle todos los días, siempre encuentras gente nueva, y parece como si yo fuera parte de ese anonimato que dan las singularidades que conforman la masa. Eso me da un poco de confianza y a la vez, una sensación de inestabilidad enorme. Tuve la oportunidad de pararme en freire y esperar algún auto con algún hombre dispuesto a pagar. Pero no lo hice, más bien me quedé mirando a las chiquillas y sus códigos. Y eso me satisfacía tanto, me hace feliz aprender de la experiencia, sobre todo si son tan buenas onda y algunas son mis amigas. 

Deseo encontrarme con alguien, por el puro capricho de poder decir, si , hago encuentros y ya no queda en mi residuos del trauma. Quisiera tener un suggar, que me pague mucho y que necesite de mis insomnios para hablarme sobre lo patética que ha sido su vida. Quisiera tener dinero conseguido con mi carne para poder comprarme el sushi que he estado anhelando desde hace días. 

Pero no sucede. Y no porque me encuentre fea o poco deseable, si no porque esta ciudad se mueve a un ritmo muy distinto al mío que aveces quedo estupefacta con tanto de todo. Y entonces se me nota lo pueblerina y entonces la gente se da cuenta que estoy dudando. Y eso para nada es apetecible ni comparable.




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