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Mostrando las entradas de abril, 2021

Veinticinco.

Acostada sobre una cama llena de pulgas invisibles, la imprudencia de mi paranoia inventa picaduras y sarpullidos;  aparecen compulsivamente sobre algun lugar aleatorio y especifico sobre mi piel. rasco, intento quitar el veneno anticoagulante de la mascada diminuta,  y luego, haciendo un intento de calmar a futuro este delirio de no poder dormir, busco con el tacto desesperado el cuerpo de aquel ser que no se deja atrapar.

Veinticuatro.

 Me chupa esta entrepierna que huele tanto a orina, la falta de confort y la lycra no respirable me deja con ese olor a humedad, como el imaginario de un pichi amarillo. Esta persona, un niño con cara de que la vida lo ha tratado tan bien, tan rubio y humanitario me lame las gotas restantes que mis pelos no han absorbido. Es tan patético que me dan ganas de matar a su perro, dejarle el living manchado de sangre. Su refri huele a mar, el quiere ser un chungungo pero su melatonina solo se limita a manifestarse en forma de pecas cafeclaro por todo su cuerpo blanco, blanco como el privilegio. 

veintitres.

Dime, De que me sirve no fumar dos dias. 48 horas exactas. Si vuelvo, Vuelvo a ser lo que soy, Y se me terminan, Antes del ocaso, Las dos cajetillas, Que guarde para mi muerte.

veintidos.

 me invitas a comer flores de romero.  son tan preciosas, pequeñas y violetas, de un sabor sutil que me impresiona.  de lo grande e incomoda que me siento con el cuerpo, flasheo que soy como la mano torpe y grotesca que se acerca a la delicada flor para arrancarla de un tirón, extirpando sus petalos, pistilos y antenas, acto seguido se la mete salvaje a la boca, que suena tanto al intentar morder esa pequeñez de sabor. Se me escapan las exageraciones y ya no quiero intentar comer. 

veintiuno.

he llegado, cuando a las flores de tu patio se le van poniendo los tricomas de color atardecer. la cosecha se aproxima y yo como abeja solitaria me he quedado cerca para oler el dulce aroma de tus ropas. quizas desde siempre he sabido que quererte seria como interactuar con un cardo mariano; maravillarme con la escandalosa flor, intuir peligro, e intentar acercarme de todas formas. 

veinte.

 No sentir el miedo de nadar en la costa, bien pegada a la orilla de conchuela. Esa orilla donde flota la misma mierda que bota la ciudad. El desagüe a un par de ridículos metros, se extiende sobre la alfombra azul verdosa,como una espalda de ballena oxidada.  Nadar entre los mojones y el pipí, saber que la sal no es de los litros de semen de ballena; que la supuesta internet me hizo creer. Saber del aceitoso sabor a causa del derrame de los barcos.  ¿Qué significa nadar mar adentro? ¿Por qué al cuerpo le teme la incertidumbre de unas vidas fuera de la mierda?

Diecinueve

 Vuelvo al café rojizo sobre el confort. Me derramo encima un barro que trae membranas y celulas muertas; un conjunto de coágulos de todo los portes. caen de a dos, caen de a tres.  Asì me gustaria vomitar, flema solida, pedazos de estomago, sacarme este algo con la fuerza de mi tronco que me pide que bote y bote.