Veinticinco.

Acostada sobre una cama llena de pulgas invisibles, la imprudencia de mi paranoia inventa picaduras y sarpullidos;  aparecen compulsivamente sobre algun lugar aleatorio y especifico sobre mi piel. rasco, intento quitar el veneno anticoagulante de la mascada diminuta,  y luego, haciendo un intento de calmar a futuro este delirio de no poder dormir, busco con el tacto desesperado el cuerpo de aquel ser que no se deja atrapar.


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