Trece.

 No me han cesado las arcadas. Se me acentúan si voy en sobre algún auto. Las padezco desde que alguien decidió meterme su pene sin preservativo.

Hay días en que suelo sentir más asko por el mundo y la existencia, mucho más que otros días, esos askos ya los puedo identificar, pues me acompañan desde hace mucho.

Esta es distinto, de esos mareos de niñez cuando andabas tanto con el celular pegada a la cara que las imágenes rápidas por la ventana se hacían insoportables e intencionaban mi cuerpo para que las nauceas y arcadas me obligaran a ver el paisaje y regular mis mareos.

¿Estaré preñada?pienso aveces. Tuve un barro rojizooscuro, y se me cortó luego de esa relación. (Al menos me pago todo). Esa pregunta trae consigo un asko instantáneo. 

Witreo, nauceas, vomito, arcadas, asko. Asko.asko.asko.

Quizás son los recuerdos de mi cuerpo, al volver a esto del trabajo sexual. Rememorar sentires y Dolores. Aún así, no dejaré que esto me pare. Necesito tanto de esto o si no me volveré loca.

Este cuerpo traumado  ya no tiene la excusa de tener las heridas frescas para no hacer. Más bien las heridas invisibles con el tiempo ya se vuelven costras, y con todas mis fuerzas intento hace mucho no romper mi piel.


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