Noventa.

 La costa de los buenos recuerdos se transforma en pampa costera de soledad.

No está mi hermana molestándote a cada rato, no están mis amix para fumar pito conmigo, ni tampoco tengo tiempo/movilidad/dinero de sobra para pegarme viajes de visita.

Pienso en la pertenencia de ser una persona social, en mi historicidad de afectaciones con lxs otrxs, en mi capacidad innata para hablar tonterías y hacerme la simpática, en la excitación de la atención, que me presten atención, ser parte de, estar dentro de, reírme con.

Ahora la soledad no solo se impregna en el ambiente, si no que también llena mi casa. la muerte de la negrita se nota, aunque hayan quedado cuatro gatos (una infiltrada), dos perros y cientos de caracoles ( ya dejen de reproducirse en la menta) y mi amor.

Con mi compañero son sentimientos de color azul, tristes pueden ser, tranquilos, solitarios, pero aunque se puedan interpretar como malos, simplemente están, así se existe, me basta con lo que tengo, mi intuición sabe que no he fallado en todas mis desiciones y cada una de ellas me ha traído hasta aquí para tomar el tecito junto a los nekos en la mesita de nuestra casa.

Entonces sucede un algo dentro que me dice, 


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